trescientossesenta
dos planetas tumbados sobre una misma cama se miran a los ojos sin contemplar nada más que sus propias órbitas.
y en el momento justo en el que los satélites giran con la pulsación de la vía láctea, ocurre el eclipse de sol que lo oscurece todo y los planetas se convierten en algo más que unos simples ojos que contemplan esperando otro momento negro.
y en el momento justo en el que los satélites giran con la pulsación de la vía láctea, ocurre el eclipse de sol que lo oscurece todo y los planetas se convierten en algo más que unos simples ojos que contemplan esperando otro momento negro.
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